A LA HOGUERA CON EL CAMPEÓN
- Andrés Sastoque
- 19 dic 2016
- 7 Min. de lectura

Debo confesar que al escribir esto me siento algo apesadumbrado por lo que voy a decir de un amigo muy cercano pero es por su bien y estoy seguro de que él lo entenderá, en particular porque se trata de uno de los campeones del último Torneo Nacional de Debate (celebrado en Tunja), Juan Lozano, a quien conozco ya hace más de cinco años y de quien no tengo más reproche que el que voy a hacer a continuación. Hace un par de días escribí una opinión sobre la mentira como un recurso del cual se puede echar mano de forma muy específica en el formato de debate parlamentario británico, dadas las circunstancias y teniendo en cuenta varios criterios y restricciones, y aunque hubo quienes fueron amables conmigo, amigos que apreciaron mi primer ejercicio público de opinión, otros no lo fueron tanto y me acusaron de inmoral, de indecente y prácticamente de pervertir a la juventud con mi doctrina herética. Al principio me confundí un poco porque creí haber puesto suficientes reservas como para que no me malinterpretaran y sin embargo sentía que lo habían hecho; expliqué las consecuencias de mentir en la vida real (pérdida de la confianza pública, debates públicos mediocres, falta de reconocimiento al esfuerzo), afirmé que solo debía hacerse en ese espacio permitido y hasta cierto punto "seguro", que todos estaban en las mismas condiciones y que podía ser parte de un ejercicio retórico, y por tanto estético... nada de esto fue respondido con argumentos, salvo algunas excepciones, sino más bien con señalamientos de inmoralidad, indecencia y falta de probidad. No obstante, me confieso débil ante la voluntad popular y al ver que quienes estaban en desacuerdo conmigo reaccionaban al unísono con una carita triste, el niño de tres años que hay en mí no pudo soportarlo más y me urgió a reflexionar sobre mi comportamiento, a tomar mi lugar en el rincón más alejado del salón y a no levantarme del banquillo de los acusados hasta no haber pensado bien en lo que había hecho y arrepentirme de ello de todo corazón. Fue duro, fue difícil, pero al final la urgente necesidad de caerle bien a todo el mundo obró el milagro y ahora entiendo lo malo que fui al siquiera pensar en argumentar a favor de algo tan demoníaco como la mentira. Y fue al abrir los ojos que vino a mí el pecado de Juan Lozano, quien llegó hasta la final del torneo con una falsedad que me involucró a mí, y en ese momento mi conciencia recién alterada por la nueva luz no pudo soportarlo: tenía que hacer público mi arrepentimiento y señalar la falta del campeón.
Y aquí va. En cuartos de final del Torneo Nacional de Debate se le pidió a los jóvenes debatir sobre una moción que decía algo así: Esta Casa promovería el veganismo. Juan Lozano me conoce desde que lo conozco yo a él (naturalmente) y en todo el tiempo que hemos sido amigos nunca le he ocultado mi condición, en ocasiones más que evidente, de ser vegetariano. En el debate, según supe después, porque yo estaba adjudicando en otra sala, Juan mencionó mi nombre en un punto de información diciendo algo así como (perdonen mi desmemoria): "muchos acá conocen a Andrés Sastoque y saben que él es vegano, sin embargo es muy saludable porque consume suplementos vitamínicos y va al nutricionista constantemente, al igual que muchos otros veganos que... etcétera, etcétera". Según supe el auditorio entero, incluyendo a sus contrincantes, tuvo un momento de risa gracias a eso y Juan pudo pasar a la semifinal junto a otro equipo. Inicialmente, cuando me contaron lo que había hecho, me reí un buen rato y me pareció algo ingenioso desde el punto de vista retórico. Hoy, a la luz enceguecedora de la verdad sé que Juan hizo algo malo. Porque dijo que yo era vegano y soy vegetariano, y lo dijo sabiendo que era una mentira, Juan merece ser juzgado con la mayor severidad, no por una institución académica (incluso llegué a pensar en que el Consejo Mundial de Debate podía servir para eso, pero luego pensé en todas esas otras cosas que hacen, tantas que ni siquiera podría nombrarlas, y me arrepentí también de sobrecargar de trabajo a un organismo que ya tiene muchísimo que hacer) sino por una institución que guarde la ética, la moral y la virtud, quizá una especie de Santo Oficio moderno que juzgara los pecados y asignara la pena de acuerdo a ello. Para Juan, lastimosamente, pediría la pena máxima, la hoguera, porque su falta, según me dijeron, es la que causa, y cito textualmente "el engaño, la corrupción, las malas decisiones, las masacres, los malos estudiantes, las copias, la violencia". Porque la violencia y las masacres en Colombia no se deben a la ineficiencia del estado ni a la corrupción ni a problemas estructurales de una democracia débil, se deben al uso de la mentira en el formato de debate parlamentario británico, y espero que les quede muy claro a quienes lo hacen porque son cómplices de la muerte. Porque si mienten en un debate -aunque el formato lo permita y los participantes sean conscientes de que aquel es un escenario independiente y exento de las consecuencias de la vida cotidiana-, necesariamente los debatientes y los espectadores, e incluso los jueces, van a salir convertidos en mitómanos crónicos, incapaces de distinguir la verdad de la mentira y todo el trabajo pedagógico previo (los meses entrenando, las noches estudiando, las infinitas prácticas) se perderá.
Y es que es obvio, si Andrés Sastoque no es vegano, como dijo Juan Lozano, sino que es vegetariano, ¿qué fe queda en el mundo, cómo vamos a poder confiar nuevamente en un ser humano después de haber sido mentidos de tamaña forma en nuestras propias caras? Algunos pueden decir que eso no era lo importante, que el formato de debate parlamentario busca establecer razones válidas para justificar premisas lógicamente, pero se olvidan de que mentir es malo en sí y para sí, punto. Incluso, mi amigo Diego Mera comentó que en el formato "lo que se hace es persuadir a través de un ejercicio de razonabilidad, y este ejercicio puede partir de premisas ciertas o falsas, ya sea por un propósito deliberado del debatiente o por la carencia o suficiencia de información, así como por otras razones que no nos compete conocer", ¿pero no te das cuenta, Dieguito, de que la intención lo es todo? A muchos de los que criticaron mi escrito les he escuchado como juez cosas que no son verdad en sus debates... pero no lo hacen intencionalmente y eso es lo que al fin y al cabo cuenta ¿Y cómo sé yo que no lo han hecho intencionalmente? Partiendo de la buena fe. Y es que la fe es, en últimas, lo que distingue las buenas escuelas de debate de las malas escuelas, como sugirieron también en un comentario que cito a contnuación: "La mentira puede ser un diferenciador de escuelas. Es bueno que todas procuremos la verdad y sobre todo la lealtad en el debate ¿no se trata de aprender y usar el debate como herramienta de construcción de paz, según el último torneo?". Juan es de una universidad pública y es por eso que miente, porque así son ellos: mentirosos, desleales, pecadores, faltos de fe (¿qué más se puede esperar de algo que financia el Estado?); las universidades privadas, católicas y virtuosas son lo único que se interpone entre la llegada del reino de la mentira y nosotros. Afortunadamente, los buenos somos más y celebrémoslo rezando los misterios gozosos de El Rosario. ¿Hay algo más desleal que confundir, intencionalmente, a un vegetariano con un vegano? Esa es la peor de las traiciones, y ojalá le saliera una cuarta boca a Lucifer en el noveno círculo del infierno, el de los traidores, para que pudiera tragar con tranquilidad a Bruto, a Casio, a Judas y a Juan Lozano mientras nosotros, los puros, lo vemos con satisfacción desde un risco.
Y finalmente, hay quienes defienden al traidor diciendo que era un recurso retórico, para generar simpatía, risa y claridad con respecto a su punto. Pero es claro que esas son estratagemas del demonio para hacernos creer que la mentira puede tener una dimensión estética. Porque muy bien lo dice uno de mis antiguos contradictores: "sí, es muy bonito [sic] la dimensión artística pero para eso está la competencia de discursos". ¿Para qué preocuparnos por usar la retórica en un debate si con la sola lógica basta? La dimensión artística está bien, pero para los cuentos infantiles y las competencias de discursos, faltaba más. Y es que es claro también que, en la Comedia de Dante, Virgilio no se fue al cielo por dos razones: por no haber sido bautizado ni creer en Cristo y por usar la retórica, conjunto de artimañas del demonio para crear ilusiones con las palabras. ¿Decir que un vegetariano es un vegano era más impactante y pertinente con la moción? Sí, pero en el gran esquema de cosas eso no importa, Juan Lozano debía decir toda la verdad y aburrirlos con detalles triviales para no caer en pecado. Y para el que no lo sepa, en el circuito anglosajón (al que en adelante llamaré gringo por pura ignorancia) los campeones mundiales de debate no usan nada que no sea lógica pura... yo que estuve en Salónica, Grecia, en la final del último mundial lo vi con mis propios ojos: ni siquiera se sacaban las manos de los bolsillos en siete minutos de discurso. Porque los gringos son esos robots que siempre hemos querido ser y no hemos podido, por haber tenido la desgracia de nacer hablando español; citando de nuevo: "Las mentiras en ese circuito [el gringo] no son una ventaja en gran medida porque la gente está tan bien preparada que son fácilmente detectables y, en consecuencia, denunciables". Es que allá, como los genios detectores de mentiras que son (porque allá la gente sí está bien preparada), a fuerza de pura lógica se han convertido en ángeles, asexuados y completamente honestos, que debaten con la intención, y cito por última vez, de "mejorar las western liberal democracies", esto es, de usar la verdad para fortalecer la democracia liberal en las sociedades occidentales, de las que Colombia hace parte.
Solo le pido a Diosito, entonces, que nos proteja del demonio, que nos convierta algún día en ángeles como ya hizo con los gringos, que se acabe la mentira en el debate de parlamento británico para que en Colombia se fortalezca la democracia y se acaben la violencia y las masacres, que nos proteja a los buenos y destruya a los malos... y que tenga piedad del alma de mi amigo Juan Lozano.
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